Una sonrisa, por favor...
Por Carlos Ortiz
Hace algunos meses un lector me reclamó
porqué escribía temas “sin importancia” en algunos de nuestros editoriales.
Me pareció un reclamo muy interesante y
le presté la atención que deberían darle algunos dueños de restaurantes a las
personas quejumbrosas.
Y es que cliente que se queja es uno al
que le interesa la calidad del servicio y espera que lo mejoren para cuando
regrese. Cliente insatisfecho que no se queja,
jamás regresa.
Los temas “sin importancia” son algunos
como este y los periodistas los escriben con la esperanza de enseñar algo, de
educar, de compartir.
El periodismo no solamente es repetir
las notas rojas de los departamentos policiales, asistir a pegajosas
conferencias de prensa o hacer de las cámaras una fábrica interminable de
“selfies”.
Si, el periodismo también educa.
Por eso quería hoy compartir con ustedes
una experiencia diaria que nos podría hacer mejores personas, a partir de hoy
mismo: Sonreír.
Cuando llegamos a la Ciudad de Oklahoma
hace ya casi 30 años, uno de sus encantos para que decidiéramos hace de ella
nuestro hogar, fue la amabilidad de su gente, incluidos los hispanos que ya
estaban aquí.
Recuerdo mucho el haber sido ayudado en
mis inicios como Okie tanto por hispanos que ya vivían por algunos calendarios
aquí, como por oklahomenses autóctonos a los que acababa de conocer.
Claro que habían de los otros también,
de aquellos que hoy han vuelto salir del closet del racismo, pero de esos no
vamos a hablar ahora.
Mejor nos enfocamos en el 51% o un poco
más de gente que hace que este sea un gran estado. Lo que me llamó la atención de ellos fue
la facilidad que tenían para el intercambio de sonrisas.
Cuando nos cruzábamos con alguien en el
Centro Comercial Shepherd Mall, creo que no es exagerar que 7 de cada 10
personas te sonreían tan solo al pasar cerca tuyo.
El caso de los hispanos era aún mejor:
En ese mismo lugar conocí a muchos que tras el protocolo de la sonrisa y
saludo, casi siempre llegaba la pregunta que “de dónde éramos” y otras más,
dependiendo de la ocasión y de los interlocutores.
La sonrisa era lo que hoy es la foto del
perfil de las redes sociales.
Pero felizmente esa sana costumbre no ha
muerto aún.
En tiempos en los que la intolerancia
contra los inmigrantes es todo un estilo de vida para muchos en ese 49% del que
hablábamos antes, la sonrisa es para muchos en Oklahoma una especie de marbete
de amistad.
Personas con esa sonrisa a flor de
labios, pueden ser quienes decidan en las próximas elecciones si Oklahoma va a
optar por el odio racial o finalmente va a voltear la tortilla política y darle
la oportunidad a quienes, si apuestan por la inclusión y si reconocen que esta
nueva Oklahoma está siendo construida con manos latinas y el progreso económico
es también gracias a capitales y consumos del mismo origen.
Por eso a sonreír más, para conocer
gente buena que apueste por nosotros, para tratarnos bien entre nosotros mismo
y sobre todo para enseñarles a nuestros hijos que somos la gran familia hispana
de esta nuestra Oklahoma.
Un tema que, aunque parezca mentira es
más importante que muchos otros...