Cosas del corazón
Por: Carlos
Ortiz
Aunque
siempre les salen al frente quienes les sacan el ejemplo de la abuelita santa
que estuvo casada 65 años con el primer amor de su vida, hay otros tantos que
creen que el amor no existe, que se trata de pura costumbre, como lo dice más
de una canción.
Hay quienes
también piensan que el amor debe ser materia de saber pelear y con ellos me
identifico yo, bajo pena de recibir más de una miradita sospechosa o un
comentario negativo.
El matrimonio
como tal o cualquier tipo de relación para este caso, es como estar en un
estado de guerra constante en el que ambos bandos quieren ganar.
No importa
si se trata de invertir en los negocios familiares o en escoger el lado de la
cama.
Siempre
estamos poniendo a prueba a nuestra pareja, nuestro amante e incluso a nuestros
amigos hasta dónde los podemos "direccionar"
De allí
chistes como aquel que dice que mientras ven un partido en la tele, la novia te
cambia de canal y tu con esa sonrisa de crema dental le dices “lo que mandes
amor, esa telenovela está bien…” Y que al año de casados te lo vuelve a hacer y
tú le dices que “bueno pues, a ver qué pones…” y que a los cinco años solo se
acerca a tu tele y tu que gritas “¡Si tocas ese televisor te corto la mano!”.
Pero en el
tema de la guerra, decíamos, lo importante es reconocer que para ganarla, a
veces hay que perder algunas batallas.
Pero si
sabemos que siempre van a haber humanas discrepancias, el secreto podría ser el
saber pelear aun antes de entrar a una de ellas.
Y sobre
todo saber escoger bien las armas.
Pequeñas
discordias familiares se pueden convertir en verdaderos “Waterloos” matrimoniales,
cuando el calor de la batalla nos hace decir cosas que de otra manera ni nos
hubiésemos considerados capaces (o valientes) de decirlas.
Las
palabras son pues las armas más mortales que uno pueda usar.
Pero como
estrategas debemos saber que en muchos casos estas ofensas no han tenido la
real intención de hacer daño permanente, sino, en algunos casos de defenderse.
Saber
pelear pues, es saber perdonar.
Y si hay
otra reflexión interesante en este tema, esta es la de la discreción.
Ninguna
guerra se ha ganado en base al escándalo. Al contrario, muchas de ellas se han vencido
por lo sigiloso y callado de la intervención u operativo.
En el amor
esto se traslada al hecho que mientras una pareja tenga problemas solo hay dos partes
en conflicto. Cuando uno de ellos comienza a ventilar los detalles, se
convierte en un motín y para salir de el van a tener que satisfacer las
opiniones de todos los ahora involucrados.
Por
supuesto que nada de lo dicho aquí tiene base científica o psicológica y cada
uno de ustedes puede aumentar o quitar partes de el para ajustarlo a sus
realidades.
O
simplemente sonreír, después de todo es el día del amor y no de la guerra…
P.D: El
problema de la tele esta resuelto en casa…¡Las novelas son cada día más
interesantes!