¡Es la inmigración, estúpido!
Por: Carlos Ortiz
Hace algunos días ensayamos una encuesta en las redes
sociales, preguntando en voz alta sobre quién fue el mejor presidente de los
Estados Unidos, para con los hispanos.
La respuesta fue contundente y no, no fue Barack
Obama, quien solo se llevó un lejano segundo puesto.
El ganador fue de lejos el presidente Ronald Reagan.
El resultado de la encuesta solo confirma lo que
todos, menos los propios republicanos saben: ¡Es la inmigración, estúpido!
Podríamos decir parafraseando a James Carville, el asesor de Bill Clinton en la
campaña presidencial del 92.
Y es que a Reagan se le agradece la ley de Amnistía,
llamada IRCA por sus iniciales en inglés, que posibilitó -oficialmente- que
casi 3 millones de inmigrantes regularizaran su estado migratorio y
eventualmente consiguieran la ansiada ciudadanía.
Casi 34 años después, hay quienes creen que la
amnistía no fue precisamente positiva para los hispanos, pero son muchos más,
incluidos muchos hispanos demócratas, los que viven agradecidos con el
presidente número 40 de los Estados Unidos.
Y eso es algo que las nuevas generaciones -y las
viejas con una combinación de Alzheimer político y renacimiento racista en la
era Trump- parecen haber olvidado.
Intelectos normales a nivel estadista, comprendieron
siempre que la base electoral Hispana está unida con una baba inmigrante.
El propio Reagan y los dos Bush, fueron presidentes
que no solo trataron bien, al menos de boca para afuera, a los hispanos, sino que
dieron leyes que trataron de aliviar la pesada carga de inmigración
indocumentada.
Hasta que llegó Donald Trump.
Y todo el partido de los elefantes se contagió o
re descubrió sus verdaderos colores cuando escuchó aquello de que todos somos
asesinos y violadores, de boca del 45.
Y si ahora da pena ver gente que antes hablaba en
favor del sufrimiento inmigrante desde un punto de vista cristiano, como el
Senador James Lankford, usen hoy solo el lenguaje de Trump para asegurar sus
curules y el favor presidencial.
Porque al hacerlo no solo empeñan su palabra y
verdadera fe, por seguir contando con las bases trumpetistas especialmente en
el interior de Oklahoma, sino que cancelan cualquier posibilidad en el futuro
de sus propias vidas políticas, olvidando que aún en el supuesto negado que
Trump gane las elecciones de noviembre, hay toda una vida por vivir después de
él.
Y olvidan también que, así como los hispanos estamos
unidos en el rechazo electoral a un presidente que no nos quiere, superado el
tema de la inmigración, la balanza se equilibraría casi de inmediato, sino se
inclina hacia sectores conservadores más coincidentes con el pensamiento de la
mayoría de los hispanos, especialmente mexicanos.
Otra de las razones por las cuáles Reagan estuvo al
tope de las preferencias.