¡Ni una más!
Una histórica jornada
de reivindicación y desagravio de las mujeres mexicanas…
Por: Libni Coffman (*)
Fotos: Lanu Waltz
Hace algunos días,
para ser exacta el lunes 9 de marzo del 2020 las mujeres mexicanas
desaparecieron. Hoy quiero contar un poco lo que pasó ese día, parafraseando
una excelente reflexión de una reconocida periodista mexicana y compartiendo el
testimonio de dos valientes mujeres que participaron en la marcha nacional del
8 de marzo:
Las mujeres mexicanas
han desaparecido, en muchos lugares la ciudad se ve y se siente desolada, pocos
niños han ido a la escuela y los que fueron, salieron sin desayunar, ya que
papá no está acostumbrado a la rutina de preparar a los niños.
Las calles,
restaurantes y oficinas de gobierno están casi vacías, nadie hace trámites
porque las mujeres que hacen este trabajo no están disponibles.
La señora de las
quesadillas y el puesto de tamales no están.
En muchas clínicas de
salud y hospitales hizo falta personal.
Al tomar un periódico
en el puesto de revistas te das cuenta de que los espacios donde escriben
mujeres están vacíos; no hay nadie comprando y la ciudad está silenciosa y calmada,
pero a la vez está hecha un caos pues nada está funcionando como debería… ¿Por
qué? ¿Qué pasa en México?
Simplemente es el día
en que las mujeres han decidido tener un cometido en común, y no, no es llevar
a los niños a la escuela, no es hacer la comida, no es ir a trabajar 8 horas
para regresar y atender a su familia, no es lavar la ropa ni ir a pagar la luz
o el gas, no es ir al súper o al mercado por la comida de la semana y el lunch
de los niños; es un cometido mayor, uno que las une a todas y que por primera
vez es por ellas y para ellas: Es el día para decir “ni una más” no queremos pasar
viviendo otro día con miedo de salir a la calle y ser acosada o asesinada o
violada, no queremos que tíos, papás o abuelos incómodos nos toquen a nosotras
o nuestras hijas; no queremos que nos paguen menos porque no queremos “aflojar”
con el supervisor o mánager de la compañía, no queremos que nos miren
incómodamente en el transporte público o que nos griten nombres por la calle.
Hoy es el día que
miles de mujeres en México quieren ser escuchadas a través de un abrumador
silencio.
Ese fue el día de callar;
pero justo un día antes de este paro Nacional, el Domingo 8 de marzo, Día
Internacional de la Mujer, aproximadamente 20 millones de mujeres se lanzaron a
las calles vistiendo a la Capital Metropolitana de morado. Yo no estuve ahí, no
pude verlas en persona, pero Eunice Yokebed Rivera, egresada de Relaciones
Internacionales del Tecnológico de Monterrey y amiga desde hace más de 15 años
sí estuvo ahí y me cuenta su testimonio, sus impresiones y algunas imágenes
tomadas por ella misma el día de la marcha.
Eunice me cuenta que los contingentes se organizaron desde antes en 5
grupos:
Contingente 1-
Familiares de víctimas asesinadas
Contingente 2- Mujeres
con hijos menores de 12 años
Contingente 3-Mujeres
asociadas a grupos específico (como facultades y Universidades)
Contingente 4-Mujeres
no asociadas con ningún grupo
Contingente 5- Todas
las mujeres que no entran en ninguna de estas categorías o mujeres solteras.
Cabe mencionar que
dentro de los contingentes se pudieron observar “otras mujeres” infiltradas, o
las que todo mundo identificó como “las de negro”, “las encapuchadas”. Estos
grupos son los que se dedicaron a vandalizar monumentos históricos, negocios
locales, edificios, banquetas y parques. Y aunque muchos no estuvieron de
acuerdo, o han criticado estos actos, siempre han sido típicos de las protestas
y a veces necesarios. Eunice explica que
estos grupos llamados “Grupos de Choque” que pueden ser pagados por el gobierno
o no; son grupos planeados con objetivos específicos; estos objetivos pueden
ser desacreditar la marcha u otros fines. Finalmente, estos grupos no
interfieren con la protesta de las “demás mujeres” y van a cumplir únicamente
el objetivo al cual las “enviaron”.
Habiendo explicado
esto, puede decirse que esta marcha fue sin duda un evento sin precedentes y de
una magnitud que nadie se imaginaba, realmente la convocatoria fue
impresionante y tuvo la participación de todas las edades y todos los estratos
sociales de la comunidad mexicana. Según el testimonio de Eunice y lo que
podemos ver en videos y fotografías; había de todo, mujeres con niños,
estudiantes, profesionistas, ancianas, niños pequeños y bebés acompañando a sus
mamás; conservadoras, liberales, muchas actrices mexicanas, periodistas famosas
y mujeres en altos puestos también fueron vistas en la marcha apoyando dentro
de los contingentes. La mayoría protestando de manera pacífica, con cartelones,
mantas y pancartas alzando su voz y sosteniendo fotografías de sus víctimas, de
nuestras víctimas mexicanas que han pasado a ser parte de las estadísticas,
pero no olvidadas, pues aún se escucha a su familia pidiendo justicia.
“Me sentí privilegiada
de hacer historia en mi ciudad y en mi país, caminé con mis hermanas demandando
derechos básicos de seguridad y equidad de género. Agradezco a las mujeres que
pelearon en el pasado por los derechos que disfrutamos hoy, pero yo caminé por
los derechos de los que aún carecemos y que tienen que llegar urgentemente” escribió Eunice en sus redes sociales.
Hay tantos momentos
emotivos e imágenes conmovedoras que compartir que este artículo tomaría
páginas enteras, uno de los que llamó mucho mi atención es el de Edna Porras,
mejor conocida como Lanu Waltz, ella dirige un Ministerio de jóvenes que lleva
esperanza a las calles, visitan hospitales, organizan brigadas de ayuda, oran
por la gente violentada, comparten el mensaje de Jesucristo y conectan a los
más necesitados con donadores potenciales. El Domingo, como otras veces; Lanu
estuvo apoyando la marcha, ella cuenta que caminando por el zócalo de la ciudad
capitalina vio a una mujer con los ojos rojos, sola y frente a ella una lona en
el piso con la foto de su bebé desaparecido; ella se acercó y le preguntó qué
pasaba. La mujer contestó “Me arrebataron a mi niño hace un año y no sé
dónde encontrarlo”. Lanu la abrazó con fuerza mientras la mujer lloraba
desesperadamente y gritando “alguien ayúdeme por favor”. Esta mujer es sólo uno de los millones de
casos, uno de los rostros de esta marcha.
Entre estos millones
de corazones dolidos Lanu también conoció a una sobreviviente de tortura,
cuando ella la abrazó lloraba tanto que su cuerpo temblaba sin control
liberándose. “Sin palabras, sin decirnos nada, simplemente estar ahí, no se
necesitaba hablar para decirle a alguien: “Dios está contigo y él está aquí”.
No era un sermón religioso era un brazo, era Dios consolando” dice Lanu
acerca de esta experiencia.
Y para cerrar este
artículo quiero tomar prestadas las palabras de Edna en un esfuerzo por llamar
la atención de todos los que están leyendo este texto. Para ti que ya no vives
en tu país de origen, no importa si eres mexicano, colombiano, guatemalteco,
peruano…. lo que le duele a nuestra gente latina nos duele a todos. Es momento
de levantarse por los que están aquí en espera de una vida mejor y por los que
están allá, porque aun hay esperanza y esa esperanza eres tú, soy yo, son tus
oraciones y tu voz por los que no pueden hablar más y por los que viven con
dolor.
“México está en llamas. Una parte del país en sangre. Otra parte, en armas. Otra parte en llanto. Otros en indiferencia. Pero pronto veremos un México en pie. Veremos el águila devorar a la serpiente. Y sé que al final, cuando acabe el camino, habrá valido la pena luchar.”
Para más información visite
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(*) Libni Coffman es una periodista profesional mexicana que colabora con Hola Oklahoma.