Pánico y más Pánico
Por: Liliana Hernández (*)
El pánico me produce tranquilidad.
Así es, no quiero permitir que el miedo le gane a mi fe, a mi esperanza y a la
promesa que Dios ha dejado escrita en su Palabra.
No soy una mujer religiosa, solamente quiero mantener mi confianza en que todo
lo que tenemos en nuestro alrededor ha sido dado con un buen propósito. Que a
pesar de las tristes circunstancias por las que pasa el mundo, debemos
alejarnos del pánico.
Mi hermana y mi sobrina viven en Houston, mi hija y yo en San Antonio, Texas,
dos ciudades que pertenecen al mismo estado, pero hasta ahora, no está
declarada ninguna cuarentena.
Suspendieron por dos semanas las clases en escuelas y universidades. La semana
pasada mi hija tenía una semana de descanso, por “Spring Break” y luego, ya no
regresaron más a las escuelas.
Es verdad que la gente de manera descontrolada entró en pánico y vaciaron las
tiendas comprando en cantidades exageradas, pero no nos han dicho, ni en
Houston, ni en San Antonio que salgamos con tapabocas, o que tenemos
“obligatoriamente” que quedarnos en casa.
Cuando las funciones de ciertos empleos lo permiten, que en este momento es mi
caso, podemos trabajar desde casa. Sin embargo, hemos salido solamente a
lo necesario. Y como en muchas partes del mundo, se han cancelado eventos
multitudinarios. Lugares públicos del gobierno estatal y federal siguen
funcionando. Los bancos atiendes por ventanilla desde el carro y gracias a
Dios, y en términos generales la gente no entra en pánico. Aunque hay que
reconocer que en casos aislados hay personas insensatas y agresivas por llevarse
toda la tienda para sus casas. Personalmente, nosotras no hemos comprado en
exceso, ni gel para las manos, ni papel higiénico, ni agua, ni leche, ni
huevos, ni pan.
Lo que si estamos tratando de practicar es el tratar de comer menos, tomando
agua por lo menos cada media hora. Con respecto a las demás recomendaciones que
dan las autoridades, puedo decir que siempre nos ha gustado mantener la casa
muy limpia y organiza. Desde que mi hija era pequeña le enseñé a bañarse las
manos, después de entrar al baño, antes de comer, después de coger dinero con
sus manos, cuando llega a casa, antes de irse a la cama (igual que sus
dientes). Y algo muy interesante, que siempre he hecho, y hoy día puedo
entender la importancia de esto, es usar el vinagre para desinfectar. Lo uso a
diario, para lavar las sábanas, las toallas, las almohadas, cuando baño a
nuestra perrita “Sally”, cuando limpio el piso, antes de pelar las frutas, para
limpiar los mesones en la cocina y para todas las superficies. Y debo
reconocer, que hace dos semanas atrás si compré tres galones de Vinagre, para
tener extra, porque prefiero limpiar mis manos con vinagre y alcohol que con
gel para las manos. También, estamos acostumbradas a bañarnos todos los días, a
cambiarnos de ropa diariamente, a lavar la ropa, las sábanas de las camas, las
toallas y todo lo que sea necesario cada semana. Es una tradición limpiar el
polvo, lavar los baños y limpiar la casa cada semana. Sacar la basura dos veces
a la semana. Porque aquí tenemos tres botes de basura diferentes. Una para
poner todo lo que se recicla, otro para las hojas de los árboles y otro para el
resto de basura, y desde luego que cuando ponemos las bolsas de basura dentro
de estos botes, estamos acostumbradas a lavarnos las manos. Nosotras solo
tenemos un carro, pero las dos lo usamos, que
Lavamos una vez al mes, pero que limpiamos por dentro cada semana.
Lo aspiramos, limpiamos los vidrios y no mantenemos, ni ropa, ni cajas, ni
bebidas, ni residuos de comida, ni papeles, solo una linterna, una sombrilla y
gafas de sol.
Y olvidé contarles que, como tenemos una pequeña perrita, quien duerme en la
cama, a veces con mi hija, a veces conmigo, la bañamos cada semana y al
finalizar su baño, también le ponemos vinagre para que su pelo brille y se vea
hermosa.
Lo que les quiero decir con toda esta historia es que, quienes entran en pánico
son aquellas personas que nunca han tenido ese estilo de vida.
Aquellos quienes esperaron un virus, una pandemia para darse cuenta de que, en
este y en todos los casos la limpieza física, moral y espiritual, es la
solución a los males que aquejan nuestras vidas que van de paso por este
planeta.
En fin, el virus que yo expando es el orden, la organización, la limpieza
que son los que nos llevan a la tranquilidad.
(*) Liliana Hernández es una periodista colombiana que vivió en Oklahoma por muchos años y hoy reside temporalmente en San Antonio.
Periodista Liliana Hernández, desde San Antonio