Perú: Voto Extranjero
Por: Por: Carlos Ortiz
Estoy escribiendo
esto cuando aun no se conocen los resultados oficiales de las elecciones
presidenciales de mi querido Perú. Y lo hago con el alma en la mano.
Esta vez no se trata de rezar por un gol clasificatorio o para festejar nuestra comida, nuestra riqueza cultural, nuestro pasado o simplemente a nuestros hermanos peruanos.
Esta vez,
lo hago para rescatar, desde lejos, lo mejor de nuestra patria.
Ayer fueron
las elecciones y los votos se están contando uno a uno para declarar al
vencedor.
Durante décadas, las que me tocó vivir en mi país y sufrir en carne propia las desigualdades y los fracasos de quienes pensábamos en juventud de una manera, y también las que me toco vivir desde lejos, en un país que me abrió las puertas y ventanas para vivir, no se si mejor, pero al menos más tranquilo, he visto a nuestra gente crecer diferente, a lo mejor apartados en mundos totalmente distintos.
Unos pobres
y cada vez más abandonados y otros mejor y cada vez más temerosos de volver a perder
todo por una mala maniobra política.
Como aquí
en los Estados Unidos, en el Perú la cosa se polarizó a extremos nunca vistos.
Durante meses
-desde la primera vuelta- la justa electoral se convirtió en una verdadera
guerra civil.
Por un lado,
los que recordaban la extracción criminal del Fujimorismo y de la misma
candidata, sobre quien pesan aun acusaciones y quien ya paso mucho tiempo en la
cárcel por los mismos. Por otro lado, los que usaron los epítetos de comunismo,
socialismo y las etiquetas de Venezuela, Bolivia y Cuba, pero más que todo el
cuco del senderismo asociado a la candidatura de Castillo.
Todos hemos
sido testigos de las grandes peleas entre amigos, familiares y entre totalmente
desconocidos.
Los
insultos han recorrido el mundo vía redes sociales. Si apoyabas a una, eras un
criminal, corrupto aderezado con mil insultos más.
Si te
gustaba el lápiz, eras un senderista, también criminal, traidor a tu patria.
Y aquí debo
rescatar el especial énfasis de la etiqueta de traidores a la patria que se les
impuso en la frente de todo aquel que viviendo en el extranjero osaba tener una
opinión contraria a la Fujimori. Impuesta mayormente por aquellos que hace solo
unos meses le enrostraban su pasado, presente y futuro corrupto.
Los
peruanos residentes en el extranjero, aquellos que paradójicamente podríamos se
los que decidamos la elección, somos vistos por los que están en contra de nuestras
ideas, como verdaderas parias ambulantes, sin derecho a opinión.
Sin voz, ni voto pues, por haber abandonado el barco.
En lo
personal nunca me gustó la opción de Fujimori, aunque tampoco la de Castillo.
Pero como lo dije siempre, no hay que tenerles miedo a las opciones políticas.
Hay que tenerle miedo a nuestra falta de capacidad de reacción ante sus excesos.
El Perú no
es Venezuela, no somos dependientes de un solo producto y nuestro cobre está en
uno de sus mejores momentos. Económicamente no estamos como estamos en la clasificación
al mundial y sobre todo socialmente hemos demostrado que nos sabemos parar ante
las dictaduras vengan de donde vengan.
Por todo
ello espero que, anunciado el ganador, sea quien sea, lo reconozcamos todos,
pues esa es la democracia que decimos respetar y defender ahora.
Y ojalá que
la gran mayoría, dentro y fuera del país siga confiando en el Perú, que ya
cumple 200 años de independiente y seguramente nos quiere ver festejarlo unidos
este 28 de Julio.