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La maldición del sillón de Pizarro

 

January 13, 2023
La maldición del sillón de Pizarro

La verdad es que nadie conoce el famoso Sillón de Pizarro, aquel que supuestamente sostiene la humanidad del presidente del Perú. Sillón en el que se han sentado seis presidentes en 5 años y si las cosas van a lo mejor serán Siete en seis, si, como lo pide una buen a parte de ese país, la presidente Dina Boluarte llega a renunciar tras la muerte de casi 50 peruanos en un a espiral de violencia que ya ha llegado a la capital peruana.

Se trata pues de una verdadera maldición del sillón presidencial peruano, llamado así porque el primer gobernante del Perú fue el descubridor, Francisco Pizarro.

Para comprender, desde lejos, este récord mundial de sucesión presidencial en un país democrático, hay que retroceder algunos años. No muchos.

Fue durante la dictadura del Presidente Alberto Fujimori (1990-2000), cuando el Perú tomó su pasaje hacia un descalabro presidencial que no se detiene en la cantidad de ocupantes del Palacio de Gobierno, sino además en la cantidad de mandatarios envueltos y acusados de graves casos de corrupción que derivó en el suicidio de uno de ellos, Alan García Pérez, la encarcelación efectiva del mismo Fujmori (preso hasta hoy) y del recientemente depuesto Pedro Castillo por Golpista; de una encarcelación domiciliaria de Pedro Pablo Kuczynski, de la encarcelación efectiva y hoy pendiente de Ollanta Humala y la eterna pendiente extradición de Alejandro Toledo.

Fujimori y su asesor y principal cómplice, el Capitán retirado Vladimiro Montesinos, crearon una máquina demoledora para continuar en el poder tras su auto golpe de estado de 1992, en la que por un lado se compraron el apoyo de los medios de comunicación -casi todos- y por otro de organizó la destrucción de raíz, de los partidos políticos tradicionales.

Así, partido que no se alineó con la dictadura del Fujimorismo, fue objeto de campañas aniquiladoras de los llamados diarios Chicha y con la ayuda de los incipientes “influencers” de la época como la propia Señorita Laura, entre otros.

Desde entonces, los partidos políticos no tuvieron el mismo peso en el manejo nacional. De allí la atomización de partidos que nunca pudieron acompañar el mandato del Poder Ejecutivo, al punto que hoy mismo, la presidenta Boluarte ha tenido que entregarse total y abiertamente a las bancadas de la derecha, siendo ella misma electa como una Vice Presidenta de Izquierda.

La presidenta está en realidad sola. Nadie la apoya, salvo quienes hasta ayer la querían vacar por una falta leve.

Y como van las cosas y hasta que no se realicen modificaciones fundamentales a la Constitución de 1993, por cierto de autoría fujimorista, no habrá un presidente con respaldo parlamentario que no solamente le posibilite ser el primero en muchos años en acabar su mandato, sino en poder realizar las reformas sociales y económicas que son gran parte del reclamo popular de buena parte del Perú de hoy.

Dina..mita

El apodo no se lo puso la izquierda hoy alzada en su contra, se lo puso la ultraderecha, aquella que sus opositores llaman la “Derecha Bruta y Achorada”, por su supuesta extracción ultraizquierdista, por su cercanía al expresidente Pedro Castillo y por la posibilidad de que en caso Castillo sea vacado, ella hubiera llegado a ser la siguiente presidenta.

Pues bien, eso pasó y hoy, ante la represión y sus consecuencias la ultraizquierda o los Tucos o terroristas, -como los llaman sus opositores- no solo le dicen dinamita, sino otros epítetos más fuertes, como el de “Dina Asesina”

Pero el rencor popular hacia la presidenta tiene una raíz muy explicable, desde mi punto de vista.

Los peruanos -una buena parte de ellos- no pueden dejar de ver y escuchar los videos de su promesa, casi entre lágrimas; “Al presidente (Castillo) nadie lo vaca y si el se va, yo me voy”, fue la promesa que ella hizo.

Hoy no solamente no se ha ido, sino que se ha coludido con las fuerzas de derecha más recalcitrantes del país para sostener su gobierno desde el parlamento y se dirige a la Izquierda en general como a un ente ajeno, como hablando a la vereda de enfrente. Y al pueblo que reclama, le dice no entender qué es lo que piden.

La presidenta Boluarte ha cambiado de bando a los ojos del pueblo reclamante. Ve en ella a una traidora y a su vez la primera mujer mandataria del Perú no ha tenido la delicadeza de madre y mujer, de dirigirse al pueblo para dar explicaciones de tanta sangre derramada en su mandato, sino que ha enviado al beligerante Primer Ministro que solo ha prometido más represión.

Por eso es por lo que, de los puntos planteados por los manifestantes, Nueva Constitución, Cierre del Congreso y liberación del Expresidente Castillo, el de la renuncia de la presidente es el más inmediato y políticamente factible y necesario.

Con eso se bajarían muchos grados del calor de la contienda y eligiendo un candidato de consenso en el Parlamento -el Séptimo presidente en seis años- se podría conseguir una tregua real y duradera hasta que llegue el octavo, antes de fin del 2023.